Poema a la tristeza
Poema segundo
Con las horas pasando lentas y con gracia,
cómo si no tuvieran prisa alguna,
cómo si el tiempo hubiera tomado la decisión
de dejar de ser,
Se encuentra de nuevo sentada en la silla de la
discordia,
y
recostada en el respaldar de la indiferencia,
mirando hacia la nada, de nuevo hacia la nada.
Que tan letal herida fue hecha en ese corazón
que se ha olvidado del frio sabroso de la
madrugada
que indica una nueva oportunidad,
se ha olvidado de la tempestad del mar
que
azota con fuerza el paredón
y forma sonidos poderosos
que anuncian lo que sucede al otro lado del
mundo,
ya no recuerda mirar al cielo
y deleitarse con la grandeza de las estrellas
que nacen y mueren por doquier.
Quién ha sido el culpable
de tan catastrófico acontecimiento?
A sus dulces 15 años la joven penetra de nuevo
en la obscuridad de su alma, alma cansada y
aburrida
cómo si hubiese vivido ya unas 10 décadas.
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